trabaje para ella.
Hable bien de ella y sea fiel
a la institución que representa.
No debe murmurar, condenar o
encontrar faltas constantes si no son
para mejorar.
Si no es mejor que renuncie a su puesto
y cuando este fuera, de rienda suelta
a la maldad de su corazón.
Pero mientras sea parte de la institución,
no censure; si lo hace,
la primera ráfaga de viento que pase se lo llevará
y probablemente usted nunca sabrá porque.
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